sábado, 29 de septiembre de 2007

Hay veces en que no se esperan respuestas

De vez en cuando las palabras no alcanzan para escribirme en las noches, como si las ganas se hubiesen perdido, como si mi pecho no se cansara de palpitarte a lo lejos, extrañándote en sueños que no han de plasmarse o en realidades ajenas que se burlan de mí, enrostrándome viejas heridas que el tiempo no ha de curar. Y es cuando no queda nada que la soledad me invade, que las preguntas no me dejan y que mis miedos se acercan para susurrarme al oído. Pero no hay nadie al lado que abrazar, el calor de mis manos ya no está en los bolsillos, tu risa parece un espejismo lejano y tus palabras están a centímetros de matar cada sueño. Te necesito tanto tanto, que he pensado en llamarte, incluso a veces pienso si alguna vez le has preguntado a la gente como estoy, o si te acuerdas de los sueños que tuvimos en silencio, cuando en una oscura plaza todo se detuvo, y me encontré tan cerca de ti que sólo mi estupidez y tu olvido pudo separarnos. Te conozco tan poco, que la memoria no falla en recordar cada momento a tu lado, y te conozco tanto que te miro a los ojos y veo frustraciones pasadas, mezcladas con sensaciones de miedo e indiferencia hacía mí. Ahora tu mente está en otro lado, quizás en otro hombre, y ésta pena nadie me la quita, y ésta ausencia nadie me la borra. Definitivamente no tienes la culpa de que yo te tenga tan cerca, y que tú me tengas tan lejos.

1 comentario:

La Misma (Valentina Carrasco) dijo...

y uno se tira al suelo a proposito
y se rompe las manos a proposito
y mastica la lengua como chicle porque se siente tan, tan muerto
que piensa que no podria doler mas...
pero siempre puede..

no te tires al suelo
no te rompas las manos
no mastiques tu lengua

que quizas, en una de esas
comienzas a sanar